La agricultura y la naturación urbanas en la “realidad líquida” descrita por Bauman

En relación con la próxima Jornada de Naturación y Agricultura Urbana en la ciudad inteligente que tendrá lugar el 28 de marzo 2017 en la ETSI Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas de la UPM, publicamos este artículo de José Abellán Gómez, presidente de Foro Agrario.

Hace pocos días, el pasado 9 de enero, nos dejó Zigmund Bauman reconocidísimo filósofo y sociólogo polaco, profesor universitario, autor de 57 libros, galardonado entre otras distinciones con el Premio Príncipe de Asturias 2010 de Comunicación y Humanidades y con el Premio Theodor W. Adorno de Alemania.

Ha sido, quizás, el pensador que más lúcidamente ha descrito la situación mundial de las últimas décadas del siglo XX y los tres primeros lustros del XXI. La época que él denomina la modernidad líquida para contraponerla a la solidez de las etapas pretéritas y que alude, metafóricamente, a los rápidos cambios que ha experimentado el mundo tras la globalización, posibilitada por las tecnologías de la información.

Esta nueva realidad globalizada, líquida y, en consecuencia, moldeable y cambiante, afecta directamente a los ciudadanos individualmente, cuya identidad, en un ámbito mayoritariamente urbano, debe adaptarse de manera continua a los cambios, pero también incide sobre las organizaciones políticas, las educativas y sobre los sectores productivos, entre los que la agricultura, como necesaria suministradora de bienes y servicios imprescindibles para la supervivencia humana, debe adecuar su identidad para garantizar su sostenibilidad.

 

Pared verde. Bogotá

 

La modernidad líquida ha provocado que conceptos como la utilidad o valor de uso de los bienes y servicios como motivadores de su compra por los consumidores hayan dado paso a otros valores como las sensaciones: Hasta hace no mucho, los alimentos se adquirían fundamentalmente valorando su función para nutrirnos adecuadamente. Ahora las cosas son diferentes. La percepción de sensaciones tales como la seguridad absoluta, de formas y de texturas diferentes venidas de la mano del desarrollo gastronómico son prevalentes cuando determinantes.

La características de inseguridad y de miedo que introduce esta modernidad líquida en todos los ámbitos socioeconómicos ha irrumpido también en los sistemas productivos agrarios modificando incluso la estructura productiva con la absorción de infinidad de pequeñas y medianas explotaciones por empresas de mayor dimensión, capaces de incorporar los cambios tecnológicos recientes y adaptar su producción a los nuevos paradigmas que impone el mercado de forma continua, con nuevas variedades, que tienen una vida comercial muy corta.

Por otro lado, la exaltación del individualismo y la merma del compromiso a largo plazo, consecuencia de la percepción de falta de control sobre riesgos económicos, comerciales y ambientales, han contribuido a la pérdida de potencia e incluso de viabilidad de fórmulas de cooperación.

La falta de empleo de carácter estructural, consecuencia del rápido cambio tecnológico y de los efectos de la globalización, y la inseguridad de los empleados derivada de la flexibilización de los vínculos entre empresas y trabajadores son, asimismo, características destacables de esta realidad sobre la que reflexionó Bauman, y que se añaden a los problemas ambientales de las grandes urbes y del cambio climático en general.

En este marco mundial globalizado, ciertamente preocupante, que tan brillantemente ha analizado el prestigioso sociólogo polaco, se ha venido desarrollando la agricultura y la naturación urbanas no solamente en los países desarrollados sino también en los que no se encontraban lejos de conseguir desarrollarse.

Ante estos hechos, cabe reflexionar si este avance espectacular de la agricultura y naturación urbanas constituye un síntoma o se trata de soluciones de mitigación a los problemas diagnosticados.

No cabe duda que la producción de alimentos en huertos urbanos rebaja la inseguridad alimentaria de los habitantes de las ciudades, contribuyendo a eliminar el miedo y la ansiedad que la inestabilidad o la carencia de empleo provocan, y aporta, a los que emplean tiempo y actividad en su cuidado, unas experiencias gratificantes que mejoran su bienestar y sus capacidades y conocimientos.

 

Edificio naturado Santalaia. Bogotá

 

Del mismo modo, la naturación urbana contribuye a mejorar el medioambiente de las ciudades haciéndolas más habitables y amigables para sus ciudadanos.

Sin embargo, la producción de la agricultura urbana que mejora la disponibilidad de alimentos en las ciudades, debe ir acompañada de la garantía de salubridad para que no se vean afectados negativamente por efecto de posibles contaminantes que están presentes en el ambiente urbano o periurbano donde se realizan los cultivos.

A ese fin, Foro Agrario ha promovido durante el año 2016 un proyecto de investigación con el Instituto para la Innovación en Tecnología para el Desarrollo Humano (itd-UPM) y que ha financiado el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, sobre los indicadores de calidad de la producción en huertos urbanos.

Los resultados del Proyecto contribuirán a potenciar el papel mitigador que la agricultura urbana está teniendo, aportando soluciones locales que sería necesario vertebrar con otras, para impulsar soluciones de alcance más global.

Madrid, enero de 2017