Naturación: Piedra angular de la ciudad inteligente

En relación con la próxima Jornada de Naturación y Agricultura Urbana en la ciudad inteligente que tendrá lugar el 28 de marzo 2017 en la ETSI Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas de la UPM, publicamos este artículo de Julián Briz e Isabel de Felipe, miembros del itdUPM.

isabeldefelipe_interiorjulianbrizLos profesores Julián Briz e Isabel de Felipe recogieron el premio por el diseño arquitectónico bioclimático y experimental con agricultura urbana del itdUPM en el Congreso Ciudades Verdes en el mundo celebrado en Bogotá, 2016. 

Ciudades inteligentes : ¿moda pasajera o modelo permanente?

La ciudad inteligente (smart city) es un término que se ha venido acuñando en los últimos años. Debe ser medioambientalmente sostenible y en su funcionamiento, de forma competitiva, ha de optimizar la utilización de los recursos naturales, aportando una mayor calidad de vida a sus residentes (OCDE-Eurostar 2005).

Las “ciudades inteligentes” están proliferando y, en algunos casos, la etiqueta “inteligente” se utiliza por políticos y técnicos para lograr sus objetivos particulares. La ciudad inteligente implica una ciudad despierta frente a las otras que aparecen adormecidas. Busca capacidad de respuesta a los retos urbanos más significativos.

La ciudad inteligente aprovecha la innovación en facetas muy diversas. Habitualmente se centran en la organización del tráfico, buscando flujos limitados, priorizando los transportes públicos y el empleo de coches eléctricos.

Tratan también de lograr una mayor eficiencia en los procesos de consumo energéticos, como es el caso de los equipos de cerámica, utilizados en Australia.

La iluminación de la ciudad viene controlada por sensores, que también se utilizan para aportar información sobre contaminación, del aire y acústica, y elementos medioambientales. El transporte por drones de personas y productos es otra de las líneas de actuación.

Como señalan diversos autores (Gil O, Navío J., Perez M., 2016) “¿Cómo se gobiernan las ciudades?” Silva Editorial), la marca “ciudades inteligentes” está hoy día muy manoseada y se utiliza como señuelo para desarrollar actividades muy diversas en función del mensajero que las pregona, teniendo múltiples aristas.

Se identifican varias corrientes teóricas que abordan el tema desde el capital humano, el tecnológico o la alfabetización digital.

La incorporación de modelos de análisis requiere información actual sobre la ciudad, que nos permita diseñar estrategias y políticas urbanas.

Las tecnologías de información y comunicación (TIC) y el empleo de sensores aportan gran cantidad de información que puede ser analizada a través de bigdata.

A título de ejemplo, la mejora del medio ambiente requiere información de parámetros sobre el aire y el clima de nuestro entorno, lo que se logra de forma sistemática con los mencionados sensores.

Todo ello debe completarse con la oportuna “alfabetización digital” de la población. No basta con tener datos unidireccionales en base a fuentes estadísticas tradicionales y sensores climatológicos. Hay que actuar de forma activa con los ciudadanos recabando su opinión sobre el destino de las infraestructuras urbanas.

En trabajos desarrollados por PRONATUR en la UPM, se ha tratado de combinar los aspectos técnicos con la información de lo que opina el vecindario. Así, en varios distritos de Madrid se hizo un análisis de la superficie de cubiertas disponibles para transformarse en azoteas verdes.

A continuación, y con la información obtenida, se realizaron entrevistas a los propios vecinos para conocer su actitud y disponibilidad para tener en su edificio una cubierta verde.

Otra dimensión de interés es la participación ciudadana en el diseño y gestión de la urbe, de forma directa y continua, lo que se logra a través de las Tecnologías inteligentes colaborativas. El sistema aporta una mayor transparencia en el control de la gestión, dando una participación directa a los verdaderos protagonistas, los ciudadanos.

Hay ejemplos vivos de la remodelación y cambios de planes urbanísticos (Londres, Madrid, París). Todo ello requiere un nivel de formación y responsabilidad social que evite manipulaciones populistas.

Huerta urbana Bachue. Bogotá

 

Insostenibilidad del modelo urbano actual

Hay un proceso acelerado de movimientos migratorios del campo a la ciudad. En la actualidad un 60% de la Humanidad es urbanita, lo que está creando ciudades inviables.

Parafraseando a Bertrand Russell, mientras la innovación es algo necesario e inevitable, sus efectos en la sociedad no siempre son positivos. La mejora de la construcción permite grandes edificaciones, favoreciendo la aglomeración humana y creando junglas de cristal y hormigón, cuyos efectos sociodemográficos están siendo criticados.

A la fuerte dependencia exterior de energía y recursos naturales se une la acumulación de desperdicios que tienen que ser trasladados al mundo rural. Desde el punto de vista cultural la urbe se ha mostrado como líder en la incorporación de nuevas ideas y hábitos de vida. En determinados países las ciudades han discriminado a los inmigrantes rurales (paletos) viviendo de espaldas a los hábitos tradicionales que vienen conservándose en el mundo rural.

Hoy día la situación está cambiando con las nuevas TIC y los flujos de intercambio cada vez son mayores, constituyendo lo que se llama el mundo “rurbano”.

La naturaleza fue expulsada de la ciudad como consecuencia de políticas especulativas en la utilización del suelo, creando una sociedad insostenible.

En los últimos años, la agricultura está regresando al mundo urbano aprovechando la innovación en la construcción que permite naturar edificios, tanto en fachadas como en cubiertas. Es lo que se reconoce como “revolución silenciosa agraria” en el entorno urbano.

La naturación como estrategia inteligente

Hace más de dos décadas se empezó a utilizar el término “naturación” que implica la incorporación de la naturaleza en el entorno urbano. La idea es más amplia que la propia ciudad verde, ya que no solamente se trata de plantas sino también de fauna local.

El retorno a la naturaleza es una opción inteligente que se integra dentro de las smart cities y que tiene, entre otras dimensiones, las siguientes:

  • Mejora la calidad del entorno. Las plantas mitigan el efecto “isla de calor”, depuran el aire, atemperan el ambiente y son un sumidero de gases nocivos (CO2NOX).
  • Permiten utilizar el reciclado de gases de calefacción y las aguas grises.
  • Ayudan a la economía circular de la ciudad reciclando los residuos orgánicos.
  • Producen alimentos y plantas ornamentales.
  • Los huertos urbanos son un yacimiento de nuevos puestos de trabajo.
  • Aportan paisaje en zonas de recreo, disminuyendo el estrés de la vida urbana.
  • En un futuro, arboles fluorescentes en las calles permitirán una iluminación a bajo coste.

Mirando a un futuro más verde

La ciudad inteligente requiere incorporar en su modelo una naturación, al igual que se vienen desarrollando otros sectores, como el energético, tráfico y otros.

El modelo de ecosistema urbano debe venir de la fusión de ideas y propuestas en el crisol compartido por la universidad, ayuntamiento, empresas y asociaciones sin ánimo de lucro.

La captura de información básica es esencial para el diseño urbanístico proponiendo innovaciones en infraestructuras, organización y gestión, aspectos tecnológicos, socioeconómicos y medioambientales. Proyectos como LIFE de la UE, aplicados a ciudades (Lugo+Biodinámico 2016), tratan de coordinar las sinergias entre los distintos actores participantes.

Para ello debemos disponer de laboratorios vivientes que recojan los latidos de nuestra sociedad urbana.

Ejemplo reciente es el Laboratorio de Arquitectura Bioclimática y Agricultura Urbana, ubicado en el Campus Moncloa de Madrid, cubierto de una “piel verde” y que dispondrá de una cubierta con invernadero y huerto experimental, y un subsuelo con módulos de agropiscicultura, agroponía y aeroponía.

Entre sus objetivos se encuentran obtener información a través de sensores de temperatura, humedad, huella de carbono, aislamiento térmico y acústico, retención de partículas de polvo y metales pesados.

Simultáneamente dispone de unos “sensores sociales” al integrar la docencia e investigación con redes de huertos urbanos, comunidades vecinales, funcionarios de instituciones locales y empresarios.

Otro fenómeno de interés es la participación ciudadana en lo que se conoce como movimiento de “abajo a arriba” (botton up) como ha sido el proyecto “Lowline NY” de la ciudad de Nueva York.

Lowline NY

La idea surgió de la posibilidad de utilizar espacios subterráneos (cocheras, túneles, galerías) que se encontraban sin función alguna, ubicados en distritos con escasa densidad de espacios verdes. Aquí el objetivo es disponer de espacios naturados subterráneos, a los que se hace llegar la luz solar mediante equipos ópticos adecuados que la captan.

La propuesta recibió el apoyo popular con una financiación colaborativa (crowfounding). Posteriormente se han ido agregando instituciones públicas y privadas, mundo empresarial y, dentro de unos años, se espera tener una red de espacios verdes subterráneos.

La Red Mundial de Infraestructuras Verdes (World Green Infrastructure Network) agrupa a organizaciones nacionales de más de 30 países, con participación de instituciones públicas y privadas, académicos, funcionarios, empresarios y organizaciones sociales urbanas. Celebra anualmente congresos en ciudades con una dinámica en la naturación urbana (Toronto, Méjico, Hangzhou, Filadelfia, Nantes y Sídney, entre otros) y en 2016 fue seleccionada Bogotá.

Durante los días 19-20-21 de Octubre se reunieron más de 350 personas de 24 países abordando los principales problemas que enfrentan nuestras ciudades y la forma de solucionarlos a través de infraestructuras verdes.

Entrada Congreso Ciudades Verdes en el mundo celebrado en Bogotá. 2016

 

En dicho congreso se concedió el Primer Premio de Diseño al “Lowline NY”. El Segundo Premio fue concebido al proyecto itdUPM- LABAU, por su idea integradora de aspectos tecnológicos y sociales.