Entre luces y sombras, la COP25 terminó el pasado domingo 15 de diciembre con un acuerdo de mínimos entre los gobiernos que ha decepcionado a muchos colectivos y que retrasa la toma de las decisiones valientes que la humanidad necesita.
A pesar de la desilusión, esta cumbre ha dejado algunos aprendizajes e innovaciones que merece la pena destacar, y que pueden cobrar vida propia más allá de la COP25 ahora que el telón ha bajado sobre el escenario de Ifema.
La zona turquesa, un necesario espacio de diálogo entre gobiernos, academia y sociedad civil
Una de esas innovaciones ha sido la creación del espacio turquesa, un espacio nuevo situado entre las dos zonas oficiales inicialmente previstas: la zona azul, donde tienen lugar las negociaciones entre las delegaciones de los Gobiernos, y la zona verde, donde se reúnen representantes de la academia y la sociedad civil.
Este espacio intermedio, que ha sido promovido por ECODES en colaboración con Fundación CONAMA y el itdUPM, nació con la vocación de acercar a las dos zonas tradicionalmente separadas y propiciar las necesarias conversaciones entre ellas. La idea era crear un lugar público de encuentro, donde participantes de la zona azul pudieran transmitir los avances del diálogo institucional y la sociedad civil trasladara sus propuestas, generando un diálogo tan poco habitual como necesario para la cocreación de soluciones al problema común de la crisis climática.
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Como destaca Cristina Monge en este artículo en El País, el espacio turquesa “es una iniciativa de intercambio y diálogo que permite avanzar, aunque sea tímidamente, en los principios de transparencia y participación, tan en boga hoy en los grandes debates pero tan difíciles de materializar. Experimentos similares se están produciendo en multitud de Ayuntamientos, comunidades autónomas y laboratorios de innovación política y social que emergen con fuerza en universidades, Administraciones y foros sociales. La participación, la co-creación de políticas públicas y la implicación de la ciudadanía son vistas por muchos sectores como la terapia que puede revitalizar —salvar, dicen algunos— la democracia”.Desde el itdUPM estamos convencidos de que necesitamos muchos más espacios turquesa, y que esta idea encierra muchísimo potencial y es susceptible de ser un catalizador de la renovación democrática y un propiciador de diálogos (im)probables así como de colaboraciones radicales entre agentes diferentes e igualmente necesarios.