Quaggiotto exploró a continuación la diferencia entre incertidumbre y riesgo como un tema central en la gestión del cambio organizativo y la innovación bajo el enfoque de portafolio. “El riesgo se refiere a eventos futuros que pueden ser conocidos y cuantificados, la incertidumbre implica la falta de información o la imposibilidad de prever completamente los resultados”, explicó.
La incertidumbre es una realidad inevitable en entornos complejos y dinámicos, donde factores como la tecnología, la economía y la política pueden cambiar rápidamente. A diferencia del riesgo, que puede ser gestionado mediante estrategias de mitigación y planificación, la incertidumbre presenta desafíos adicionales debido a su naturaleza impredecible.
Quaggiotto defendió luego que la gestión eficaz de la incertidumbre requiere un enfoque más flexible y adaptativo, que permita a las organizaciones responder de manera ágil a los cambios en el entorno. En lugar de intentar eliminar por completo la incertidumbre, las organizaciones deben aprender a convivir con ella y desarrollar capacidades para gestionarla de manera efectiva.
En este sentido, enfatizó la importancia de que las organizaciones adopten una mentalidad experimental, prototipando diferentes proyectos, siendo flexibles y adaptables. “Es justamente esta experimentación la que puede ayudar a reducir la incertidumbre al proporcionar datos y retroalimentación que colaboran en la toma de decisiones”, concluyó.